viernes, 2 de marzo de 2012
La Mirada de Ulises
Director: Theodoros Angelopoulos
Guión: Tonino Guerra, Theodoros Angelopoulos (AKA Theo Angelopoulos), Petros Markaris
Música: Eleni Karaindrou
Fotografía: Yorgos Arvanitis
Actores: Harvey Keitel, Maïa Morgenstern, Erland Josephson, Thanassis Vengos, Yorgos Michalakopoulos, Dora Volanki
Año: 1995
Nacionalidad: Grecia
Sinopsis: Un cineasta griego, exiliado en los Estados Unidos, regresa a su ciudad natal para emprender un apasionante viaje. De Albania a Macedonia, de Bucarest a Constanza (Rumanía), a través del Danubio hasta Belgrado y por fin a Sarajevo. En su camino se cruza con su propia historia, con el pasado de los Balcanes, con las mujeres que podría amar. Espera recobrar con estas imágenes olvidadas la inocencia de la primera mirada... (FILMAFFINITY)
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Comentario Rojo:
El "cinéfilo" Francisco Fernández Buey, en su libro "Marx (sin ismos)", compone una película a base de retazos de varias. Una de ellas es nuestra película y nos cuenta que: "la larga secuencia del traslado de de una gigantesca estatua de Lenín en una barcaza por el Danubio: es una de las secuencias más interesantes del cine europeo de la última década, por lo que dice y por lo que sugiere. Presenciamos, efectivamente, el final de un mundo, una historia que se acaba: el símbolo del gran mito del siglo XX, navega ahora de Este a Oeste por el Danubio, para ser vendido por los restos de la nomenklatura a los capitalistas del capitalismo vencedor, en la tercera guerra mundial. Es una secuencia lenta y larga, de final incierto, que se quedará para siempre en la retina, de quien la contemple".
La muerte de Theo Angelopoulos en Atenas, rodando un documental sobre la deuda, nos puede recordar algo a la película de "Z", un motorista, policía, ¿atropella a nuestro director?
Angelopoulos, es un poeta perdido en la niebla del cine. Su poesía visual llega a su máximo esplendor en esta Mirada de Ulises, imágenes limpias y llenas de desesperanza componen este viaje de Ulises de Atenas a Sarajevo, todos los Balcanes. Unos balcanes llenos de cicatrices que han provocado las guerras, unas fronteras políticas y falsas que han enfrentado a sus diferentes territorios. En estos Balcanes se inició la Primera Gran Guerra y el inicio del siglo XX, y se terminó con la Tercera Gran Guerra, la guerra fría, dando fin a este siglo lleno de cambios, odios y esperanzas.
Nuestra película es una mirada hacia el origen del cine: Un director griego busca desesperadamente las primeras películas que se hicieron en Grecia. Los hermanos Mannakis, que fascinados por la idea de que una máquina puede grabar y reproducir imágenes en movimiento, se desplazan a Londres en busca del milagro del cine. Hacen sus primeras tomas, retratan el país y sus costumbres, pero hay tres cintas que han desaparecido. La convulsa historia de los Balcanes ha hecho desaparecer estas imágenes, que recogen las primeras miradas del cine.
La Utopía socialista se acaba con ese largo plano de Lenin, Danubio arriba, para ser expuesto como trofeo por el capitalismo. "El mundo cambia, pero no nuestros sueños".
Ulises hace varias paradas por ciudades históricas y casi vacías, recordando su vida y sus grandes esperanzas. En Belgrado, junto a uno de sus mejores amigos, un periodista cínico que se ríe de los reporteros de guerra, hacen los mejores brindis y recuerdos: Por el Mar, por el Principio y el Fin, por Mingus, por Kavafis, por el Che, por el mayo del 68, por Murnau, por Dreyer, por Orson Wells, por Einsestein...
En Sarajevo está el final del viaje, el encuentro de su búsqueda, la Utopía, su destino. En plena guerra aparecen las cintas de cine que buscaba como su principio y su fin, su viaje. "En mi fin, está mi comienzo". Un Sarajevo festivo porque ha llegado la niebla, los francotiradores no tienen trabajo y la gente sale a vivir a la calle, conciertos, teatros, bailes. La ciudad festiva porque se puede compartir la vida. De pronto el horror, unos militares andan de cacería y no respetan la niebla ni la vida, como siempre.
"Y el alma, si debe conocerse a sí misma, tiene que observar el alma" Platón, Alcibíades, 133b
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